En los últimos 10 años dentro del rodaje de televisión, radio, medios de comunicación incluyendo redes sociales, vemos a presentadores y presentadores de noticias como en la pasarela de un reinado de belleza, por lo general mostrando curvas que no existen o tratando de aparecer bellos y bellas, pero solo queda como una fantasía la realidad que se derrite como la nieve canadiense. Algunas con faldas prestadas y piernas maquilladas y ellos con pantalones ajustados y pequeñas prendas en su cuerpo para clamar que están en la modernidad, aunque espantan y pierden audiencia. Creen que la silicona que llevan en su cuerpo en si es la noticia y hasta para presentar el pronóstico del tiempo muestran sus caderas arregladas y senos postizos.
Y ellas dan la media vuelta de vez en cuando para que los
televidentes observen la silicona de sus glúteos y espalda. Los colorines en
sus trajes aparentan estar a la moda o ser de otra raza distinta a la del común
denominador de los mortales terrícolas humanos. Y para estar seguras de su
“elegancia y exquisitez”, se tiñen el cabello como flor matachero del recuerdo,
se colocan finos lentes de contacto en sus ojos con surtidos colores del verde
olivo al azul del firmamento para hacer creer que nacieron en el norte, que
traen ancestro de los grupos rebeldes nómadas europeos, reyes y príncipes de
cuentos chinos pero “la mona, aunque la vistan de seda mona se queda” y la
realidad despierta supera la ficción.
Y qué decir de los varones modernos de la pantalla chica,
al igual que las mujeres también aplican cirugías a sus cuerpos y tratan de
buscar un doncello dorado para que los arrulle aun en las noches de verano o en
las madrugadas cuando no pueden ir a los antros colectivos en donde la música y
lo otro es gratuito pagando a la entrada una suma considerable de dinero que
los deja pobres cada fin de semana y con
hambre. “Es la moda” dicen algunos y otros simplemente afirman que hacen parte
de la farándula moderna en donde la mentira es el comestible más apetecido, el
amor se ha reemplazado por lujuria y placer, para sentirse en familia deben
obligatoriamente oler a vomito porque el alcohol es el plato fresco en cada
atardecer y también la marihuana o la cocaína sale como aroma nauseabundo en
sus paseos.
Hay otros olores detrás del farandulero o farandulera, acompañan sus fiestas con hierbas que se esfuman en el aire o alcalinos que entran al cuerpo destruyendo cerebros y órganos vitales como a la misma familia que ve como sus miembros consanguíneos han cambiado su estilo como los camaleones que conocimos en nuestra juventud. Y qué decir de los videos que al verlos no vemos al artista protagonista. Aprovechan los paisajes de sus vecinos y el movimiento de la tierra para hacer creer que hay allí un genio del arte o de la música, la ridiculez aparece cuando quien mueve la cadera se le nota desgastada y su voz no alcanza ni siquiera para llamar a los payasos del circo. Los humanos terrícolas mortales deben ser naturales con su talento, habilidad y carisma. Quien no tenga destreza para el arte o la comunicación debe aterrizar en el aeropuerto de la realidad o por lo menos prepararse con otros humanos que han avanzado sin necesidad de usar plásticos o colorines que, aunque suenen a fiesta no dejan de ser solo más de lo mismo.
Cambiar el error en que viven ciertas personas no es fácil
porque el ego y el complejo de superioridad supera aun a la ciencia ficción que
han tenido que usar los desiertos y sus paisajes para que el cineasta o televidente
transporte su mente a otra dimensión. Teñirse el cabello hace parecer a algunos
como brujos o brujas de la familia del “mago Merlín” o simplemente el color de
la piel no concuerda con los colorines que escogen para tratar de llamar la atención
a incautos e ignorantes. La mayoría fracasa en el amor porque cuando lo
encuentran ya se están cayendo las siliconas y las arrugas en sus manos les
dice la real edad que tienen porque esconder los años de la verdadera edad es
como creer que todos hemos ido de viaje a la luna o que en dos lustros
tendremos una colonia humana en Marte.
“Zapatero a su zapato” es como la mejor recomendación que
le podemos dar a ilusos e ilusas y como en el cine no “todo lo que brilla es
oro” porque la doble moral y triple personalidad se puede equilibrar sin los
humanos mortales terrícolas dejan la falsa vida por una forma natural y
sencilla de combinar felicidad con vida y plenitud con capacidad.
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